4 Poemas de W. B. Yeats traducidos por Nicolás Suescún

Marc O Sullivan

William Butler Yeats (1865 – 1939).

UN ABRIGO

Hice de mi canción un abrigo
cubierto de bordados
tomados de viejas mitologías
desde el talón hasta el cuello;
pero los tontos lo cogieron
y lo lucieron ante el mundo
como si ellos lo hubieran cosido.
Canción, deja que se lo lleven,
pues hay más trabajo
en caminar desnudo.

***

UN PILOTO IRLANDÉS PREVÉ SU MUERTE

Yo sé que mi muerte encontraré
allá arriba en medio de las nubes;
no odio a aquellos contra quienes lucho
ni amo a aquellos que protejo:
la patria mía es Kiltartan Cross
y sus pobres son mis compatriotas,
ningún fin concebible podría hacerles daño
ni hacerlos más felices de lo que antes fueron.
Ley alguna o deber me incitaron a la lucha,
ni los políticos ni los vivas de la multitud;
fue un jubiloso impulso solitario
lo que a este tumulto de nubes me trajo.
Todo lo tuve en cuenta, lo pesé todo:
los años por venir eran aliento perdido,
y aliento perdido los años transcurridos
con esta vida, esta muerte, comparados.

***

ANTES DE QUE EL MUNDO FUERA HECHO

Si oscurezco mis pestañas
y me pinto los ojos más brillantes,
y los labios más escarlata,
o si pregunto si todo está bien
en espejo tras espejo,
no hay gala de vanidad:
busco la cara que tuve
antes de que el mundo fuera hecho.

¿Y qué hay si miro a un hombre
como si fuera mi amado,
y mi sangre sigue fría,
mi corazón inconmovible?
¿Por qué ha de pensar que soy cruel
o que lo he traicionado?
Yo haría que amara lo que fui
antes de que el mundo fuera hecho.

***

PASCUA DE 1916

Me he encontrado con ellos al caer el día
viniendo con caras vívidas
de mostradores o escritorios entre grises
casas del siglo dieciocho.
Los he pasado inclinando la cabeza
o con corteses palabras sin sentido,
o me he demorado un rato y les he dicho
corteses palabras sin sentido,
y antes de terminar he pensado
en una burla o en un cuento sarcástico
para agradar a un compañero
del club entorno al fuego,
seguro de que tanto ellos como yo
vivíamos donde se llevan trajes de payaso:
todo ha cambiado, cambiado por completo:
una terrible belleza está naciendo.

Aquella mujer pasó sus días
en ignorante buena voluntad,
sus noches discutiendo
hasta que su voz se volvió estridente.
¿Qué voz más dulce que la suya
cuando, joven y hermosa,
se iba de cacería?
Este hombre había tenido una escuela
y cabalgó nuestro caballo alado;
este otro, su ayudante y amigo,
llegaba a la plenitud de su energía;
al final habría podido ganar fama,
tan sensible parecía su carácter,
tan osado y dulce su pensamiento.
Aquel otro que yo había imaginado
patán borracho y jactancioso,
les había causado hiriente daño
a algunos cercanos a mi corazón,
y sin embargo lo nombro en mi canción;
él, también, renunció a su papel
en la frívola comedia;
él, también, ha cambiado a su turno,
transformado por completo:
una terrible belleza está naciendo.

Los corazones con un solo propósito
durante el verano y el invierno
parecen encantados de convertirse en piedra
para tumbar el río viviente.
El caballo que viene del camino,
el jinete, los pájaros que vagan
de nube en revolcada nube,
cambia de minuto a minuto;
la sombra de una nube en el río
cambia de minuto a minuto;
en el borde resbala un casco,
un caballo chapotea en el agua;
se sumergen las perdices de patas largas,
las hembras responden al canto de los machos;
viven de minuto a minuto:
la piedra está en centro de todo.

Un sacrificio demasiado largo
puede volver de piedra el corazón.
Ah, ¿cuándo será suficiente?
Este es el papel del cielo, el nuestro
murmurar nombre tras nombre,
así como una madre nombra a su hijo
cuando el sueño por fin se apodera
de piernas que han corrido alocadas.
¿Qué es esto sino el atardecer?
No, no, no la noche sino la muerte.
¿Fue una muerte inútil después de todo?
Pues Inglaterra puede conservar la fe
en todo lo que se hace y se dice.
Sabemos cuál fue el sueño de ellos; basta
saber que soñaron y están muertos.
¿Y qué si un exceso de amor
los confundió hasta matarlos?
Yo lo expreso en unos versos:
MacDonagh y MacBride
y Connolly y Pearse,
ahora y en el futuro,
donde quiera se lleva el verde,
han sido cambiados, cambiados por completo;
una terrible belleza está naciendo.


Tomados de William B. Yeats (Poesía Escogida), traducciones de Nicolás Suescún (El Áncora Editores, 1996).