Del miedo al símbolo

L.C. Bermeo Gamboa

Narc Deco

No quiero ser freudiano ni ponerme con maniqueísmos psicoanalíticos, más bien apelemos a eso que tanto falta en este país, hablemos desde el sentido común, el cual postula que si usted tiene miedo de algo o alguien enfréntelo.  Si elige el camino de la fuerza y pierde, entonces opte por el de la inteligencia y desacredite a su agente de miedo, demuestre que si bien usted no tiene el poder y la “fuerza” para ganarle, tiene la suficiencia moral e intelectual para desvirtuar sus aparentes logros.

A pesar de este postulado, en Colombia, diferente a lo que ha sucedido en muchas naciones, el miedo no se enfrenta sino que se lo instituye y promueve, pero no el miedo en abstracto, sino a través de símbolos y uno de esos es Pablo Escobar a quien le acaban de crear su propia serie: Escobar: El patrón del mal, a menos de veinte años de fallecido, en una sociedad que no acaba de superar sus desmanes ni de entender su mentalidad.

No quiero ser freudiano, pero Freud lo dijo, en El malestar en la cultura: “El miedo es la necesidad de castigo, es una manifestación instintiva del yo que se ha tornado masoquista bajo la influencia del súper-yo sádico; en otros términos, es una parte del impulso a la destrucción interna que posee el yo (…)”. Esto puede entenderse como el caso, muy particular, de una sociedad que ha decidido replegarse en su miedo para evitar una desgracia mayor de la que ya vive, y por lo cual al no enfrentarse con sus objetos de miedo, terminó aceptándolos como modelos característicos de su idiosincrasia.

Estatuillas de Pablo Escobar

Y cuando una sociedad claudica y acepta por miedo lo que no comprende, entonces llegan los mercaderes a hacer de las suyas, a convertir el miedo en industria, y lo hacen a través de la imagen, veamos algunos ejemplos: Sin tetas no hay paraíso (con diferentes versiones dependiendo el estrato del televidente), El cartel de los sapos, El capo, Rosario Tijeras, Las muñecas de la mafia. Ninguna de estas series, para decirlo claramente, está a la altura de la problemática, sus virtudes técnicas no tienen peso en cuanto el tratamiento del tema es superficial y un buen televidente lo sabría.

Si lo que quieren es hacer algo excelente en términos audiovisuales primero deben aprender a tratar el tema con profundidad y no sólo mostrar las grandes cantidades de dinero invertido en escenografías y utilería de primera, así como la alta definición; su enfoque debe ser en términos de lograr captar la psicología de los personajes y humanizarlos, es decir, mostrar la complejidad no el estereotipo, de esta forma la sociedad que lo vea puede comprender un poco a estos hombres que, como dijo Borges, son tristemente célebres.

La construcción de la imagen muestra claramente que la intención del productor es imponer en el televidente un estereotipo de poder.

No le vendría mal a estos productores ver cómo lo hicieron Francis Ford Coppola con la mafia italiana y Martin Scorsese con la mafia irlandesa, desde luego estos directores son artistas, los que trabajan en caracol son guionistas desesperados, conste que no hablo de talento.

En realidad no me opongo a que se tomen estos temas y personajes para hacer televisión, o en su virtud, cine. No estoy de acuerdo con el tratamiento hipócrita y mal intencionado con que promueven un fenómeno que aún es confuso y crítico, aún lo es a pesar de lo que se sabe, porque el problema es generacional y cultural, aún hoy en Colombia no se ironiza ni parodia la figura de Escobar lo cual significaría madurez y comprensión del fenómeno, por el contrario se le rinde culto, se lo convierte en mito y símbolo, por encima del bien y del mal. Y todo esto se lo venden a los colombianos con el rótulo bien intencionado, tomado de Churchill: “Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”. Pero se me olvidaba, además de miedosos, también somos ingenuos.

(La frase: “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla” con que se presenta la serie Escobar El Patrón del mal, fue tomada del escritor George Santayana: «Those who cannot remember the past are condemned to repeat it», la de Churchill no es una copia pero se trata de la misma idea).

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