Poemario IrreFlexo: la poesía de Andrés Galeano

 

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Por Leopoldo de Quevedo y Monroy

Dos cuerpos
solos
en un motel
juegan a mentirse
mientras se besan
y evocan
al amor de sus vidas.
Ámasis, Andrés Galeano

Acabo de leer un pulido librito de poemas. Tiene una carátula blanca con borde y letras azules, más una cara de mujer ensangrentada. Esa es la presentación de lo que viene por dentro.

Su autor es una persona ilustrada y joven, arriesgado y echado para adelante. Su poesía lo antecede y lo presenta. No es él quien presenta a su poesía. Su libro lo delata y quien lo lee sabrá identificarlo sin haberlo visto antes.

Lo leí de varios tirones porque es un poco sorpresivo y hay que masticarlo despacio. Si uno lo intenta leer rápidamente pierde el hilo y el interés. Tiene recovecos, sorpresas escondidas detrás de una pared o una imagen. Y, sobre todo, tiene una sorda ironía y una cantidad de contrastes que hacen saltar la imaginación como sobre los cuadros de una rayuela. Solo que siempre caerá en el infierno.

Andrés Galeano, pereirano, irá apareciendo poco a poco, a medida que uno va leyendo su pequeño monstruo. Está esperando al lector cuando cierra la puerta de cada poema. Entonces le pregunta con cara seria si lo conmovió y lo hizo llorar o gritar de rabia. De lo que soy, es su título. Una sentencia corta para insinuar que él puede ser más sardónico e irónico e irreverente, irreflexivo, ensoñador, contrastante y asombroso. Y eso no lo dice todo. Puede, quien lo lee, estallar en risa o quedarse mudo de repente. No sabrá para donde «coger».

Él, me marcó su libro cuando me lo vendió por 30 mil pesos, tildándolo de poemas de delirios. Sí. Para escribir tales poemas tiene que estar uno delirando por una fiebre alta o arrobado por un espíritu maléfico que le hace ver y sentir figuras y sensaciones inusitadas.

Su poesía es distinta, ininteligible, si uno no se compenetra con su estilo. Cuando la presenta en el escenario se transforma, habla como si estuviera azogado y en trance. La forma de leer impresiona y hace que las palabras y las frases de los versos salgan aletargadas y como ráfagas de rayos y con humo.

¿Poesía es esta sarta de preguntas, de imágenes, de palabras un poco obscenas? Es una forma personal de concebir la poesía. No se ajusta a los cánones rigurosos y celestiales de Cetina o santa Teresa o Góngora y Argote o Neruda.

Queda la pregunta y sobra la respuesta. Es poesía diferente. De esa clase no se oye en ningún salón y es un baño turco a donde nunca habíamos entrado. Cae la lluvia de agua sobre la espalda y uno se queda con interrogantes sobre la academia. ¿Por qué no innovamos y nos quedamos comiendo siempre de lo mismo?

La poesía no es solo la que nos dejó Safo o Virgilio o Bécquer o Dadá o Neruda o Núñez de Arce. Viene ahora Galeano a prestarnos su espejo.


Selección de De lo que soy

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Poemas de Andrés Galeano (Pereira, 1979)


Ibuprofeno 600

El ibuprofeno no quita una pena de amor
ningún medicamento
químico u homeopático
quita pena de amor.
Solo el tiempo, la agonía y los amigos
logran mitigarla
y llegado el caso
dosificarla en comodísimas cuotas de amargura
hasta que alguien llega
disfrazado de sol
dulce por fuera
seco por dentro
y todo
vuelve a joderse.


Ars Poética en Re Menor

A Laura Yasán y su cofradía
de poetisas porteñas

Si el poeta no muere al terminar un poema
no es poeta
solo escribe.
Poetizar es echarse a perder
irse de bruces contra el mundo
mentir de verdad.
Si el poeta no cree en lo invisible
desaparece
si no fracasa en el amor
fracasa.
El poeta es y será siempre el último en llegar
porque siempre estuvo allí
cazando silencios colmados de luz
percibiendo latidos debajo de las ropas.
El poeta es un espía
un fisgón
un ebrio que finge estar sobrio
un metabólico.
Hay quienes escriben para matar el tiempo
el poeta crea tiempos entre el tiempo
y muere y resucita
y vuelve siempre a su propio tiempo.

El poema es la llave
el corazón, la bóveda
el poeta
quien se pierde.
Piérdete entre los socavones de la muerte
báñate con los dioses en su fangal inexistente
escribe sobre esto
y sobre la esquina también
no dejes nada por fuera
lo más pequeño es también infinito
como nosotros aquí
mortales
poéticos
eternos.


Viólame antes

Esta noche
dejo la puerta abierta
espero aparezcas y acabes con todo lo que me arma.

Esta noche
duermo sin corazón
es lo único
que no mereces tocar.


Alvarito

Alvarito, patroncito
qué se siente con tanto muerto encima
cómo pegas el ojo
cómo subes la patica
cómo giras tu cuerpito sin toparte siquiera con una
cabecita campesina.
Cómo haces
pa cepillarte, peinarte y vestirte
sin acordarte…
de las madres féretro, de las viudas llanto,
de los hijos rotos y la patria sangre.
Dime, patroncito,
¡decime!
Cómo haces pa mirarte al espejo
y no morir de humanidad.


Me gusta mi prima

Me gusta mi prima
no hay nada mejor que una prima
media hermana
y media nada a la vez.
No sé qué pensarán mi tía y su esposo
cuando se enteren y descubran
el cadáver semidesnudo de mi prima
oculto en mi armario
envuelto en babas
y cansado de amar.
Espero se enteren después de junio
para que no se me tiren las vacaciones.


El nietzscheano amateur

El nietzscheano amateur va a misa
luego al trabajo, compra la prensa
cree que cree.
El nietzscheano amateur ama a sus hijos
también a su esposa
por eso la engaña igual que todos.
El nietzscheano amateur es igual que todos
y entre todos se camufla.
Sin embargo
en las noches
y a espaldas de Cristo, lee el Anticristo
encuentra en sus pasajes
razones suficientes para matar a su vecino
e incendiar el vecindario
pero el nietzscheano amateur no se atreve
es cobarde hasta los tuétanos.
Por eso los viernes se encierra en el billar
para beber hasta perder la razón
y olvidar lo que debe olvidar.