Yo acuso: unas cuantas verdades sobre la poesía colombiana

(Entrevista a Harold Alvarado Tenorio)

Harold Alvarado Tenorio

Por L.C. Bermeo Gamboa

Hubo una conspiración de silencio alrededor del asesinato. Nadie quiso hablar de esa muerte porque quien lo hiciera corría el riesgo de culparse a sí mismo del crimen. En tiempos del espectáculo donde el arte es aparentar, sólo un poeta fue capaz de decir lo evidente, sin temor a ser juzgado y culpado por alta traición. Decir abiertamente que la poesía en Colombia había dejado de existir, que la habían asesinado los poetas y, cómo no, los políticos.

Estamos hablando del caso Harold Alvarado Tenorio (HAT), el de un poeta que asumió como Émile Zola en el caso Dreyfus, que su deber era hablar con la verdad para no ser otro cómplice.

Ante esto vino la reacción, pero la sociedad no podía juzgar semejante delito contra la patria corrupta de los poetas, un civil cualquiera estaba incapacitado para culpar a un poeta, por lo tanto, apelando a Shelley con aquello de que los poetas son los legisladores no reconocidos del mundo, se creó un tribunal literario que juzgara al traidor, la condena, desde entonces, fue el descrédito.

 Lo que todos saben, y temen los poetas, es que el azar siempre juega con lo establecido, y tarde o temprano, los que juzgaron son juzgados, y el traidor es el héroe como en el cuento de Borges.

A su tiempo llega la reivindicación, el capitán Alfred Dreyfus que llegó a ser condenado y encarcelado por traición a Francia, finalmente, fue declarado inocente y reintegrado al ejército francés, eso sucedió cuatro años después de la misteriosa muerte de Zola (1840 – 1902) que para ese momento tenía el favor de toda la sociedad francesa, no la del gobierno que se había visto obligado a ceder y reconocer su mentira, su cinismo, y desde luego aceptar que ese novelista en su momento hizo lo correcto enfrentándose a ellos abiertamente con su ejemplar J’Acusse (1898).

El caso HAT sigue cobrando más vigencia como queda claro en el ensayo La hidra tiene jaqueca de Stanislaus Bhor, aunque los círculos más excluyentes y conservadores de la cultura colombiana siguen manteniendo el silencio y el descrédito por legislación, entre tanto, el poeta y crítico sigue acusando la “garrulería, narcisismo, chabacanería y oportunismo” del mundillo literario desde su revista Arquitrave.

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Sin miedo y confiado más en la justicia poética que en los veredictos literarios de moda, ha respondido un pequeño cuestionario para Barbarie Ilustrada:

Usted ha publicado varios libros de poemas, entre esos el primero llamado Pensamientos de un hombre llegado el invierno (1972) para el cual decidió escribir un falso prólogo de Borges que, como usted mismo cuenta, el día del lanzamiento se vendieron más prólogos que libros de poemas.¿Qué piensa sobre el oficio del poeta en Colombia?

No parece ser un oficio sino una afición, una suerte de gusto por la literatura, de la cual no se devenga nada. En otros países, en los muy desarrollados hay quienes viven de ese oficio, aun cuando no son muchos, y la mayoría de esos poetas devengan dinero por hacer otros trabajos.

Económicamente hablando ¿vive de la literatura que escribe?

Tendría que decir que no, he vivido de mis habilidades como maestro de literatura y como editor, pero también he ganado algún dinerillo con mis artículos de prensa y mis entrevistas, digamos que muchas veces de manera indirecta, pero he ganado algo escribiendo para periódicos o revistas.

En Colombia donde no es raro darse cuenta que poetas se mueran de hambre y de abandono. ¿Qué desventajas económicas, cree usted, que acarrea dedicarse a  la poesía?

Que al saberse que usted es sólo poeta piensen que es un sinvergüenza, un zángano, un sin oficio conocido.

Es difícil mantenerse cuando no se tiene una editorial de respaldo ni se es influyente en el mundo literario. ¿A qué otros oficios se ha dedicado para mantenerse, llevando al margen su carrera literaria?

A finales de los años noventa vendí huevos, pero fue por motivos personales, ayudando a un tío mío que necesitaba una mano en uno de sus negocios en Bogotá.

¿Cree que el Estado Colombiano puede ayudar a que los poetas tengan unas mejores condiciones de vida para dedicarse a su oficio con plenitud y aceptación?

Yo creo que el estado haría mucho daño a los poetas manteniéndoles o dándoles dinero porque dicen ser poetas. Aquí hay mucha gente que vive del cuento de ser poetas. Nada hace más daño a la poesía que las subvenciones políticas o sociales.

¿Por qué recomendaría o no dedicarse a otro oficio diferente de la poesía?

Yo no recomendaría nada de eso…

¿A qué otros oficios se puede dedicar un poeta?

A todos los que quiera, desde santo a sicario, pasando por presidente de la república.

¿De qué forma un escritor o poeta podría vivir de su literatura?

Vendiendo por miles lo que hace, novelas, poemas, artículos, calumnias, porquerías, etc.

Siempre que se hace referencia a un gran escritor, uno que vende y vive de lo que escribe, se habla entre otras vaguedades del talento literario, se habla de la maestría con el lenguaje. ¿A qué le atribuiría usted, en el caso colombiano, que un autor tenga o no éxito económico?

En Colombia y en otras partes el éxito es una suerte de lotería, o compadrazgos, o politiquería, o chanchullos, aquí llaman éxito a vivir del fisco.

Usted ha escrito un preciso artículo sobre la política y la poesía donde hace referencia a los eventos culturales que abusan de la literatura. ¿Qué opinión le merecen los festivales literarios como el Hay Festival en Cartagena o el Internacional de Poesía de Medellín?

Son eventos que nada tienen que ver con la literatura y sí con los negocios con la literatura, los únicos beneficiados son los que invierten en ese tipo de negocios. Lo de Medellín da asco, un tipo viviendo como un jeque con millones de pesos del pueblo colombiano que sufre en su miseria, mientras él se bebe y se fornica a decenas de supuestas poetizas y copleros fumadores de maracachafa. Tiene incluso una asignación anual del Congreso de Colombia para sus desmanes sexuales y politiqueros, es el rey del Mamertismo, esa doctrina que usa todas las formas de lucha para desplumar al erario de los dineros públicos. Con la plata que el estado colombiano regala a ese sinvergüenza se podrían construir varias escuelas nuevas cada año en los campos de las regiones de violencia.

 ¿Qué opinión tiene sobre los premios literarios?

Que los premios literarios nada tienen que ver con la literatura, son a menudo un toma y daca con plata pública, yo te premio tu me premias.

¿Según usted cuál es la lógica que se ha instituido en el ámbito literario donde se relacionan premios, editoriales, festivales en los que al parecer sólo salen beneficiados unos pocos escritores que no siempre son los mejores?

Chanchullos, corrupción, tejemanejes, amasijos, componendas, putrefacción, pus, pastelerías, etc.

En los medios oficiales y públicamente se ha dicho que fue un suicidio. ¿Cuál es la versión sobre la muerte de Raúl Gómez Jattin que usted y otros cercanos  al poeta cartagenero mantienen?

Lo mataron por odio, le odiaban los choferes y los vecinos del centro de Cartagena porque el poeta era famoso y era un pobre diablo, porque era inteligente y sabio, y un drogadicto, la envidia mata mucho, a veces más que los sicarios, yo sí creo que el chofer le atropelló por pura maldad, porque nadie iba a defender ese muerto. Lo mato el odio.

Uno llega a pensar que cuando usted afirma: “La poesía, sea colombiana o no, en Colombia ha desaparecido y no parece dar señales de vida en un futuro inmediato” se refiere a un cuerpo, un cadáver que puede ser el de un poeta, uno que según usted fue de los últimos que valían algo. ¿Gómez Jattin puede ser un símbolo del estado tan precario de los poetas y la poesía en nuestra sociedad? ¿A qué cree que se deba esta situación?

Gómez Jattin es el símbolo de la miseria de esta sociedad, de la tristeza de vivir en un país de mierda, de ser joven y no tener futuro, de saber que nada habrá para nosotros mañana, que nadie vendrá en nuestra ayuda si no somos corruptos, si no vendemos nuestra alma al diablo o a los políticos, que no tendremos educación, ni salud, ni tranquilidad, ni afecto, nada, un país de horror, un país de mierda.

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Estas son algunas verdades que esgrime con fervor ante un país que no lee y contra un mundillo literario que se aprovecha de esto. Un país con una de las relaciones endogámicas menos denunciadas entre el poder y la literatura. Es por eso que dice en uno de sus poemas que la poesía es una «Puta joven que manejas a tu amaño, con erecciones o sin ellas». Y sin embargo, puede concluir como Émile Zola, que “Si ese escritor no fuese tratado hoy con justicia, podrá entonces esperar en paz, pues el porvenir dispondrá de toda la información que deberá bastar algún día para sacar a la luz la verdad”.

Harold Alvarado Tenorio (Buga, 1945) se doctoró en filosofía y letras en la Universidad Complutense de Madrid. Profesor Titular de las literaturas de América Latina en la Universidad Nacional de Colombia y Director del Departamento de Español de Marymount Manhattan College de New York, trabajó para la Editorial China Hoy, donde tradujo más de un centenar de poetas, reunidos en Poemas Chinos de Amor [1992]. Director de la revista de poesía Arquitrave. Traducido al alemán, árabe, chino, francés, griego, inglés, italiano, portugués y rumano ha sido incluido en repertorios como  Antología crítica de la poesía colombiana, de Andrés Holguín, (Bogotá, 1974), Antología de poesía latinoamericana, del Grupo Latinoamericano y Caribe, (Beijing, 1993), 100 Autores colombianos del siglo XX, de J.G. Cobo Borda, R.H. Moreno Durán, S. Gamboa y D. Saldívar, (Madrid, 2006), La hora sagrada, XIII encuentro de poetas iberoamericanos, de A.P. Alencart (Salamanca, 2010), Poesía colombiana, antología 1931-2011, de Fabio Jurado Valencia (Bogotá, 2011) y Um país que sonha, cem anos de poesía colombiana, de Lauren Mendinueta, traducciones de Nuno Júdice, (Lisboa, 2012).

3 Comments

  1. Sea entre los partidarios de un movimiento dado o entre los castos independientes, con el aparato institucional a su disposición o mediante las hipérboles enfáticas del voz a voz, el poeta siempre se impone con la ayuda de manipulaciones publicitarias.

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  2. Que buena entrevista, me ha gustado, es claro entrever que los verdaderos poetas no se quedan con nada, ni siquiera con su propio pensamiento de ser poetas, hasta el punto de atreverese a señalar que quienes han acabado con la poesia en Colombia son los mismos poetas pues si de valor civil se trata este poeta (HAT) lo tiene.

    Madap.

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